Su estilo:
La música renacentista se caracteriza por una suave sonoridad que deriva de la aceptación de la tercera como intervalo armónico consonante. El prototipo de obra musical renacentista es una pieza vocal de textura polifónica escrita para entre tres y seis voces de carácter cantábile; cada línea melódica o voz podía ser interpretada indistintamente con voces reales o con instrumentos.
Géneros y formas:
la música religiosa tuvo una creciente difusión, debida a la exitosa novedad de la impresión musical, que permitió la expansión de un estilo internacional común en toda Europa . Las formas litúrgicas más importantes durante el Renacimiento fueron la misa y el motete. La misa cubría el ciclo del ordinario se le solía dotar de unidad al basarse en material prexistente: Misa de cantus firmus: el autor toma una melodía preexistente, bien procedente del canto llano o bien de alguna canción profana, o incluso popular, y la sitúa en una de las voces, habitualmente la llamada Tenor. Las otras voces son llamadas Cantus o Superius, Contratenor Altus (luego Altus) y Contratenor Bassus (luego Bassus). Una variante de este tipo de misa es la de paráfrasis, en la que la melodía preexistente es fragmentada y repartida entre las cuatro voces, como ocurre en la Misa Pange Lingua de Josquin Desprez. Misa parodia o de imitación: el compositor toma un motete o una canción polifónica anterior tipo polifónico, y utiliza el material melódico y armónico. El motete renacentista era una pieza polifónica de texto sacro y en latín.
En el motete el autor generalmente creaba material puramente original, sin tomar préstamos ajenos como en la misa. Géneros sagrados importantes, ya en lengua vernácula, fueron el villancico religioso español, el madrigal espiritual, la lauda italiana y el coral luterano.
Motete:
